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Estadísticas de productividad laboral + Infografías: Tendencias, información y estrategias de liderazgo

Employee productivity statistics

Vivimos en la era de la productividad tóxica, donde la cultura del “hustle” dice que debes levantarte antes del amanecer, meditar, correr 10 km y completar toda tu lista de tareas antes del almuerzo. Pero la realidad es muy diferente.

La mayoría de los empleados están atrapados en un Día de la Marmota corporativo: estrés postpandemia, interminables llamadas por Zoom, agotamiento y presencialismo. El trabajo se ha vuelto rutinario, la chispa se ha apagado y, para muchos, incluso abrir el portátil ya se siente como una victoria.

Sin embargo, las organizaciones siguen presionando por niveles récord de productividad, aunque la realidad sea otra. El trabajador de oficina promedio es productivo sólo 2 horas y 53 minutos en una jornada de ocho horas. Y según el Gallup Global Workplace Report, sólo el 21 % de los empleados está comprometido. El estrés y la falta de compromiso alcanzan ahora niveles históricos.

Entonces, ¿por qué trabajamos más duro pero logramos menos? Esa es la pregunta detrás de este resumen de estadísticas sobre productividad laboral. Sirve para cortar el ruido y mostrar dónde estamos realmente, qué factores afectan o impulsan la productividad y, lo más importante, qué pueden hacer los líderes hoy para construir un futuro en el que el trabajo sea tanto significativo como sostenible.

Estadísticas sorprendentes de la productividad de los empleados

La dura realidad es que sin importar cuánto ruido haya alrededor de nuevas herramientas, avances en IA o promesas sobre el “futuro del trabajo”, las cifras cuentan una historia muy distinta. Estos son los puntos críticos que no podemos darnos el lujo de ignorar:

  • El crecimiento de la productividad laboral global en las economías avanzadas fue de apenas 0,4 % en 2024.

En todas partes se dice que la IA nos hace más rápidos, libera tiempo y desbloquea nuevos niveles de eficiencia. Pero aquí estamos, atrapados en el mismo pantano. El crecimiento de la productividad avanza a paso lento, casi plano. El tiempo puede “liberarse”, pero de algún modo se lo tragan las reuniones, los correos electrónicos y el trabajo interminable, según las estadísticas. La cinta sigue corriendo, pero no avanzamos.

Detrás de esa cifra abrumadora están empleados que se despiertan agotados, se arrastran al trabajo o simplemente no se presentan. La lucha no es solo con las tareas: es cargar con el peso invisible del estrés día tras día, que erosiona el rendimiento mucho antes de reflejarse en las métricas de la empresa.

Es la desconexión clásica: los líderes quieren más resultados, pero los empleados ya están al límite. No es pereza, es sobrecarga de capacidad. No se puede exprimir más a quienes ya están estirados más allá de sus límites.

Aunque algunas empresas rastrean a sus empleados para aumentar la productividad, casi la mitad de los gerentes dice que no funciona. En cambio, la vigilancia constante incrementa el estrés, erosiona la confianza y crea un entorno en el que los empleados se sienten observados en lugar de apoyados. Con el tiempo, esta presión invisible desgasta el enfoque y la eficiencia mucho antes de reflejarse en cualquier métrica.

El burnout ya no es raro: se está convirtiendo en parte de la cultura del trabajo moderno. Notificaciones constantes, límites difusos entre vida y trabajo, y la presión de rendir sin parar hacen que el agotamiento se convierta silenciosamente en la norma para demasiados trabajadores.

No es solo un problema de empleados, es una crisis empresarial. El estrés consume el enfoque, retrasa proyectos y mata la innovación. Al final, es tan costoso para las compañías como para la salud de las personas.

Cambiar constantemente entre tareas genera bloqueos cognitivos y aumenta la probabilidad de errores. No se trata de pereza, es el costo de la atención dividida. No se puede lograr más cuando el cerebro está siendo jalado en múltiples direcciones.

Por qué la productividad de los empleados sigue en picada: Un vistazo más de cerca a la raíz de todo

Las alarmantes estadísticas sobre productividad de los empleados no existen en el vacío. Son el resultado de una larga cadena de realidades laborales que los empleados enfrentan cada día. Desde el estrés y el agotamiento hasta los cambios generacionales y la sobrecarga digital, estos factores crean un camino descendente que explica las cifras y por qué no han mejorado a pesar de las promesas tecnológicas.

1. Agotamientos, estrés y presión laboral

Hoy los empleados están al límite. Plazos interminables, reuniones consecutivas y la expectativa de estar siempre “conectados” los empujan a un modo de supervivencia. A esto se suma la constante comparación con colegas y la creciente prevalencia del síndrome del impostor, lo que lleva a que muchos minimicen sus logros mientras sienten que nunca hacen lo suficiente. El resultado: los errores se acumulan, los proyectos se ralentizan y aumentan los días de enfermedad.

  • Los trabajadores con altos niveles de estrés tienen 2,6 veces más probabilidades de reportar una caída en la productividad y un 63 % más de probabilidades de tomar días de enfermedad. Los empleados lo viven a diario: incluso cuando alcanzan sus objetivos, a menudo se sienten insuficientes frente a sus pares o referencias externas, lo que drena su energía y concentración.

2. Problemas con la salud mental

Los problemas de salud mental no solo apartan a los empleados, también vacían las horas en las que están físicamente presentes. La ansiedad y la depresión desgastan la atención, la toma de decisiones y la motivación. El síndrome del impostor agrava esto, ya que los empleados cuestionan constantemente su competencia, incluso cuando objetivamente tienen un buen desempeño.

  • La depresión y la ansiedad le cuestan a la economía global 12 mil millones de jornadas laborales al año, lo que equivale a 1 billón de dólares en productividad perdida. Esto no es solo teoría: muchos empleados pueden identificarse con la experiencia de presentarse al trabajo, estar físicamente presentes pero mentalmente desconectados, sintiendo que “nunca es suficiente”, incluso mientras intentan mantener el ritmo.

3. Cambios generacionales y en las expectativas

Los millennials y la Generación Z conforman la mayoría de la fuerza laboral actual. Estos grupos priorizan el equilibrio, la salud mental y el trabajo con propósito. Cuando los lugares de trabajo no los apoyan, o cuando las presiones competitivas los hacen sentir constantemente insuficientes, se van.

  • Alrededor del 70 % de los trabajadores está dispuesto a renunciar si su empleo impacta negativamente en su salud mental. El entorno competitivo amplifica el síndrome del impostor: los empleados más jóvenes se comparan con sus pares en métricas de desempeño, visibilidad en redes sociales y progreso profesional, lo que alimenta aún más la falta de compromiso.

4. Automatización, IA y sobrecarga digital

Las herramientas de IA y las plataformas de trabajo prometen eficiencia, pero muchos empleados pasan más tiempo aprendiendo y gestionando estas herramientas que el que realmente ahorran. El constante flujo de notificaciones, correos electrónicos y actualizaciones genera una sobrecarga cognitiva. Para quienes ya sienten la presión de estar a la altura, esto añade otra capa de estrés.

La realidad es que el tiempo “liberado” por la IA a menudo desaparece entre el malabarismo constante de tareas y el esfuerzo por mantenerse al día con la visibilidad de los resultados de sus colegas, dejando a los empleados sintiéndose menos productivos a pesar de contar con más herramientas.

5. Desafíos del trabajo híbrido y remoto

El trabajo remoto e híbrido ofrece flexibilidad, pero también difumina los límites. Las distracciones en casa, las expectativas poco claras y las jornadas más largas contribuyen a la fatiga. Los empleados propensos al síndrome del impostor pueden sobrecompensar, trabajando más horas para demostrar su valor, lo que erosiona aún más la productividad. En este entorno, algo tan simple como usar un emoji puede ayudar a romper el aislamiento y aliviar la carga emocional, según las estadísticas sobre emojis.

  • La investigación de Stanford sobre el trabajo remoto encontró que los trabajadores remotos pierden hasta 2,5 horas al día debido a distracciones. Muchos empleados informan que, aunque la flexibilidad es positiva, es fácil sentirse aislado, constantemente “de guardia” y bajo presión para rendir más, especialmente en comparación con colegas que parecen más visibles en línea.

6. Incertidumbre económica

Las preocupaciones financieras pesan fuertemente sobre la atención y la energía de los empleados. La inestabilidad global, el aumento de los costos y los temores sobre la seguridad laboral hacen que los trabajadores estén mentalmente divididos entre el trabajo y la supervivencia. La sensación de nunca estar “lo suficientemente seguros” alimenta el estrés y refuerza los sentimientos de impostor: si alguien más parece más competente, uno puede sentir que está quedando atrás.

  • Casi el 50 % de los empleados en todo el mundo reporta distracción financiera, lo que significa que se pierde una parte significativa del tiempo de trabajo pensando en facturas, ahorros y estabilidad laboral. Este es un drenaje invisible: los empleados pueden completar tareas, pero su capacidad cognitiva para la innovación, el pensamiento estratégico o la colaboración se ve reducida.

Tomados en conjunto, estos factores crean el camino que conduce a las duras cifras de productividad que vemos hoy. El estrés y el agotamiento aumentan los errores y el ausentismo. Los problemas de salud mental erosionan semanas completas de trabajo. Los cambios generacionales y las presiones competitivas impulsan la rotación. La sobrecarga digital roba horas de trabajo enfocado. La flexibilidad del trabajo remoto puede amplificar el exceso de trabajo. La incertidumbre económica desvía la atención.

Este es el camino que nos llevó a la crisis de productividad y, a menos que las organizaciones aborden estas realidades subyacentes, será el mismo camino que los empleados seguirán recorriendo.

Lo que se viene: ¿Podrá el 2026 salvar la productividad de los empleados o hará que empeore aún más?

Hemos visto el espectáculo aterrador de las cifras actuales. Hemos rastreado las grietas hasta el agotamiento, el estrés, los cambios generacionales y las falsas promesas de las “herramientas de eficiencia” que en su mayoría solo añaden ruido. Ahora surge la gran pregunta: ¿Hay alguna luz al final de este túnel, o simplemente estamos aprendiendo a decorar la oscuridad?

1. La IA se suponía que sería la heroína. En cambio, seguimos esperando. 

La Reserva Federal de Cleveland estima en apenas un 40 % las probabilidades de que estemos en un verdadero “régimen de alta productividad” (Cleveland Fed, 2025). Y, sin embargo, en todas partes la maquinaria del hype grita que la IA está ahorrando horas, liberando equipos y cambiando las reglas del juego. ¿Liberando para hacer qué, exactamente? Para la mayoría de los trabajadores, esas horas se desvanecen en una neblina de notificaciones en Slack, presentaciones a medio terminar y llamadas interminables de “alineación”. La productividad sigue atascada en el mismo pantano… solo que ahora el pantano tiene chatbots.

2. Los optimistas están bajando el listón. 

Incluso las voces más esperanzadas son cautelosas. La Reserva Federal de Richmond predice que la productividad laboral podría aumentar lentamente hasta alrededor de un 2 % de crecimiento anual hacia finales de la década (Richmond Fed, 2025). Eso no es el renacimiento del trabajo: es solo un latido un poco más fuerte. Suficiente para mantener a las empresas vivas, pero no para hacerlas prosperar. Las estadísticas recientes sobre productividad en el lugar de trabajo confirman esta tendencia de mejora lenta.

3. El retorno de la IA es un juego a largo plazo. 

El modelo presupuestario de Penn Wharton proyecta un aumento de la productividad de +1,5 % para 2035 y cerca de +3 % para 2055 (Wharton, 2025). En otras palabras: el ciclo del hype avanza mucho más rápido que el ciclo de la realidad. Los verdaderos beneficios no aparecen en 2026, sino que se filtran lentamente a lo largo de décadas. Por ahora, la mayoría de nosotros seguimos lidiando con implementaciones torpes, dolores de cabeza por la capacitación y la inquietante sensación de ser beta testers en la demostración de producto de alguien más.

4. La economía está tirando en la dirección contraria. 

Se espera que el crecimiento global caiga a alrededor de 2,9 % en 2026 (OCDE/Reuters, 2025). Un crecimiento más lento significa presupuestos más ajustados, congelación de contrataciones y mantras de “hacer más con menos” repetidos en cada reunión general. Y si la historia nos ha enseñado algo, es que la escasez no inspira creatividad: desgasta a las personas. Como referencia, otras estadísticas sobre productividad y compromiso de los empleados muestran que los trabajadores desvinculados terminan costando significativamente más a las organizaciones con el tiempo.

5. RR. HH. tiene el cuchillo en la mano. 

Las predicciones para 2026 apuntan a procesos de RR. HH. automatizados, experiencias de empleado personalizadas y al modelo híbrido como la nueva normalidad (We360ai, 2025). Bien implementado, esto podría despejar el desorden y devolver a las personas su capacidad de concentración. Mal ejecutado, se transforma en una microgestión algorítmica que sofoca cada chispa de creatividad. La misma herramienta puede desatar los nudos o apretarlos aún más… y, por ahora, nadie está seguro de hacia dónde se inclinará.

Entonces, ¿dónde nos deja todo esto? No habrá una caballería que llegue con una solución instantánea en 2026. Lo que enfrentamos se parece más a lanzar una moneda: o logramos salir de la estancada, o nos hundimos más en ella mientras nos convencemos de que los dashboards se ven bien. La tecnología moldeará el terreno, sí. Pero la verdadera pregunta es si los líderes la usarán para liberar a las personas o para construir jaulas más bonitas.

Y eso nos lleva al punto más importante: dónde crece realmente la productividad y qué pueden hacer los líderes y las organizaciones ahora mismo para que sea una realidad.

Dónde las productividad de los empleados sigue creciendo: Qué funciona realmente

Después de todas las cifras sombrías, la pregunta natural es: ¿existe algo que realmente ayude a los empleados a rendir mejor y mantenga a las organizaciones a flote? La buena noticia: sí. Y la evidencia de los estudios muestra exactamente dónde mirar.

  • El apoyo parental marca la diferencia. Los empleados que reciben beneficios de cuidado infantil o servicios de niñera de respaldo faltan hasta 16 días menos al año en comparación con quienes no cuentan con ese apoyo. No es solo un “extra agradable”: es un retorno de inversión. 

Cómo aplicarlo: Incluso si no puedes financiar programas completos de cuidado infantil, ofrecer estipendios, alianzas con proveedores locales o horarios flexibles en torno a las horas escolares ya reduce el estrés y el ausentismo.

  • La flexibilidad y el trabajo híbrido realmente generan resultados. Casi dos tercios (63 %) de los CEOs en el estudio de IWG reportaron mayor productividad de los empleados tras el cambio a modelos híbridos, y el 79 % de los empleados afirmó que se volvió más productivo trabajando de esta manera, citando la reducción del estrés y más tiempo para relajarse como factores clave. 

Cómo aplicarlo: Permite que los empleados elijan cuándo y dónde trabajar, manteniendo horas centrales claras para la colaboración. Fomenta el equilibrio: el tiempo adicional que los empleados obtienen para desconectarse después del trabajo es tan impulsor de productividad como cualquier herramienta o cambio de proceso.

  • La adopción de IA multiplica el rendimiento. Las industrias que aprovechan activamente la IA reportan un crecimiento de productividad 5 veces mayor que los adoptantes más lentos. El tiempo ahorrado en tareas repetitivas es real, pero solo si las herramientas están realmente integradas en los flujos de trabajo. 

Cómo aplicarlo: Empieza en pequeño. Automatiza informes, programación o redacción de documentos. Muestra a los empleados cómo la IA elimina el “trabajo mecánico” para que puedan enfocarse en proyectos significativos y de alto impacto.

  • El reconocimiento impulsa el compromiso. Las empresas con alto compromiso de los empleados ven un aumento del 21 % en la productividad, y los trabajadores que se sienten escuchados tienen casi 5 veces más probabilidades de dar lo mejor de sí. El reconocimiento sigue siendo uno de los mecanismos más baratos y efectivos. 

Cómo aplicarlo: No lo compliques demasiado: menciones consistentes en reuniones de equipo, canales de agradecimiento entre pares o pequeñas notas de agradecimiento personalizadas construyen una cultura donde el esfuerzo importa.

Cómo aplicarlo: Normaliza las “micro‑pausas”: cinco minutos para alejarse de la pantalla, estirarse o reiniciar. Anima a los gestores de proyectos a modelar este comportamiento para que los empleados no se sientan culpables por detenerse.

El efecto multiplicador del liderazgo: Por qué el liderazgo tiene el poder de mejorar o empeorar la productividad

Las predicciones sobre el futuro del trabajo suelen centrarse en la tecnología, los procesos o los nuevos modelos de colaboración. Pero nada de esto importa sin la fuerza impulsora que convierte el cambio en realidad: el liderazgo. Los líderes son quienes notan cuando algo no funciona, quienes intervienen en el momento adecuado y quienes dan el impulso que transforma la incertidumbre en progreso.

El éxito de un equipo rara vez depende únicamente de las herramientas: descansa en la calidad del liderazgo. Una gestión respetuosa, inspiradora y psicológicamente segura es el mecanismo que hace que las personas crean en la misión y den lo mejor de sí. Cuando el liderazgo falla, incluso las estrategias más sólidas se estancan. Cuando el liderazgo funciona, desbloquea el compromiso, la creatividad y la resiliencia a gran escala, tal como muestran las estadísticas de engagement.

  • En un estudio con 25.285 empleados, el liderazgo, el reconocimiento y la percepción de justicia estuvieron entre los predictores más fuertes de compromiso, agotamiento y satisfacción laboral. Cuando los empleados sienten que sus líderes son justos y realmente notan sus contribuciones, se mantienen motivados. Cuando los líderes desaparecen en el silencio o solo aparecen para criticar, ocurre lo contrario.
  • Los empleados que perciben a sus líderes como emocionalmente inteligentes reportan una satisfacción laboral significativamente mayor. No es un discurso blando: las personas sienten la diferencia cuando un líder escucha, responde y comprende. Eso les da la seguridad psicológica para avanzar sin el miedo constante a ser castigados por cometer errores.
  • Un estudio intersectorial encontró que el estilo de liderazgo importa: los líderes transformacionales (aquellos que inspiran y marcan visión) superan de manera consistente a los líderes transaccionales o laissez-faire en lo que respecta a impulsar la productividad y la motivación laboral. Los equipos no se movilizan detrás de un mando rígido ni de un gestor ausente. Se movilizan detrás de alguien que marca dirección y los hace sentir parte de algo más grande.
  • Según Deloitte, solo el 10 % de las organizaciones se consideran exitosas en la construcción de verdaderos entornos de “rendimiento humano”: espacios diseñados en torno a las personas, no solo a la producción. La mayoría de los líderes hablan de ser “people-first”, pero solo una minoría respalda ese discurso con acciones, estructuras y políticas que reflejen ese compromiso.
  • El problema se agrava porque los propios líderes están agotados. Solo el 31 % de ellos reporta estar comprometido con su trabajo, y apenas el 18 % de los gestores de proyectos dice estar satisfecho con su rol. Un líder quemado no puede inspirar a un equipo. Es el ciego guiando al cansado.
  • Y los efectos dominó son evidentes. Gallup informa que apenas el 30 % de los empleados a nivel global se sienten comprometidos con su trabajo, un colapso impulsado en gran medida por un liderazgo deficiente, una comunicación débil y la falta de oportunidades de crecimiento. Si los empleados no ven una razón para presentarse más allá del salario, la productividad naturalmente se va con ellos por la puerta.

¿Qué pueden hacer los líderes para mejorar la productividad en el lugar de trabajo?

Entonces, ¿hacia dónde vamos desde aquí? Los líderes siguen teniendo las llaves, pero se trata de pasar del control al empoderamiento. Las estadísticas recientes sobre productividad laboral muestran qué es lo que realmente mueve la aguja en el compromiso y el rendimiento de los empleados:

  1. Crear seguridad psicológica mostrando vulnerabilidad. Comparte tus propias dificultades y sé abierto sobre los errores. Cuando las personas ven que los fallos no se castigan, sino que se tratan como parte del aprendizaje, están mucho más dispuestas a experimentar e innovar.
  2. Reconocer las contribuciones con frecuencia y de manera específica. No esperes a las evaluaciones formales: destaca los logros en el momento y explica por qué importan. Un rápido “gracias a tu trabajo, el proyecto avanzó” vale más que un genérico “buen trabajo”.
  3. Comunicar dirección, no solo tareas. Mantén clara la “estrella polar”: hacia dónde se dirige el equipo y por qué. Luego da a los empleados la libertad de definir el cómo. Una dirección clara con espacio para la autonomía construye tanto confianza como resultados.
  4. Delegar responsabilidad, no solo trabajo. La verdadera delegación no es descargar tareas: es entregar control con recursos y autoridad equivalentes. La investigación confirma que la delegación significativa, combinada con liderazgo transformacional, mejora la motivación y la productividad.
  5. Invertir en ti mismo tanto como en tu equipo. Aprende inteligencia emocional, gestión del estrés y habilidades de escucha. Establece límites y protege tu propia energía. Los líderes agotados no pueden encender la chispa en nadie más.
  6. Eliminar fricciones en estructuras y procesos. Reduce la burocracia innecesaria, empodera microculturas dentro de los equipos y construye bucles de retroalimentación donde los empleados puedan señalar puntos de dolor. La investigación de Deloitte muestra que la mayoría de las organizaciones fracasan no porque los líderes no se preocupen, sino porque nunca traducen esa preocupación en sistemas y estructuras que hagan el trabajo más humano.
  7. Medir resultados, no horas. Deja de premiar la “visibilidad en línea” y empieza a enfocarte en los entregables que importan: calidad, puntualidad e impacto. Cuando los empleados saben que se les evalúa por lo que entregan y no por cuánto tiempo está encendida su luz verde en Slack, profundizan en el trabajo significativo.

Aquí es donde el liderazgo puede impulsar o sofocar la productividad. Los líderes que cambian de marcha —de monitorear horas a construir confianza, de palabras vacías a verdadera justicia y reconocimiento— son quienes no solo detienen la hemorragia, sino que crean lugares de trabajo donde las personas realmente quieren dar lo mejor de sí.

Conclusión: Observando el panorama general de las estadísticas de productividad laboral

Las cifras que hemos revisado pintan una realidad contundente. El crecimiento de la productividad global se mantiene cerca de mínimos históricos, con la OCDE reportando un promedio de apenas 0,9 % en las economías avanzadas: el nivel más débil en dos décadas. No es solo una estadística fría. Es el telón de fondo que todos sentimos en nuestro trabajo diario: estrés interminable, agotamiento, la resaca de la pandemia, la constante comparación con otros y la presión implacable de hacer más con menos.

Y, sin embargo, los datos también muestran dónde se abre paso la luz. La flexibilidad, el reconocimiento, el liderazgo con propósito y la seguridad psicológica mueven la aguja de manera consistente en la dirección correcta. Los empleados no piden milagros: piden lugares de trabajo donde su energía sea respetada, donde sus ideas cuenten y donde el liderazgo les dé espacio para respirar y crecer.

Las predicciones para 2026 y las estadísticas de productividad vinculadas al compromiso de los empleados dejan claro algo: la productividad no se recuperará por sí sola. No se trata de esperar a que pase la tormenta, sino de construir mejores sistemas y un mejor liderazgo que nos impulsen hacia adelante. Los líderes no son solo gestores de tareas, son multiplicadores del potencial humano. Sus decisiones de hoy marcan el tono de cómo será el lugar de trabajo mañana.

Por eso conocer estas cifras importa. Nos dan la imagen completa: no solo de dónde estamos, sino también de las palancas que podemos accionar para cambiar la historia. Nos recuerdan que la productividad no es un indicador sin rostro; es la suma de millones de personas, cada una intentando hacer un trabajo significativo sin quemarse en el proceso.

¿Y hacia dónde vamos desde aquí? Empezamos por reconocer las grietas, aprender de los datos y comprometernos a liderar con respeto y claridad. Y adoptamos herramientas que alivien la carga de las rutinas diarias, como Chanty, que ayuda a los equipos a reducir el ruido, agilizar la colaboración y ahorrar tiempo para el trabajo que realmente importa. Porque la productividad no se trata solo de trabajar más duro; se trata de trabajar más inteligentemente, juntos.

Conclusiones clave

  • El crecimiento de la productividad está en mínimos históricos, pero no está condenado. El liderazgo y los sistemas adecuados pueden revertir la tendencia.
  • El estrés, el agotamiento y los cambios en los patrones de trabajo afectan más que la ineficiencia en sí misma.
  • La flexibilidad, el reconocimiento y un sentido de propósito impulsan de manera consistente las mejoras en productividad.
  • El liderazgo es la palanca: gestores respetuosos e inspiradores pueden multiplicar el rendimiento de sus equipos.
  • Herramientas como Chanty liberan a los equipos de la sobrecarga rutinaria, ayudándolos a enfocarse en lo que realmente mueve la aguja.
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Abraham Betancourt

Abraham Betancourt es el traductor de español de Chanty. Es responsable de traducir y transcrear todo el contenido de Chanty. Ha trabajado como especialista en localización por más de una década, enfocándose principalmente en contenido de marketing y tecnologías. No dudes en contactarlo a través de LinkedIn.

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